La única estrella que brilla

Say ’Fromage’ everyone! 😃 🧀 #FrenchGP pic.twitter.com/ax1zaa5N7H

— Mercedes-AMG F1 (@MercedesAMGF1) 23 de junio de 2019

La F1 dejó de ser impredecible, caótica o emocionante. Los monopolios empiezan a cansar a la audiencia (a los fans), los cuales ayer acabaron durmiéndose ante un GP soporífero donde pasó más bien poco. La F1 se ha convertido en el día de la marmota. Cada domingo sucede lo mismo, Mercedes se pasea -da igual cuando leas esto-.

La estrella que más brilla en el equipo es Lewis Hamilton. El británico le metió 18 segundos a su compañero de equipo, con el mismo monoplaza (un dato bastante arrollador). No obstante, lo verdaderamente humillante fue ver como Mercedes conseguía la primera línea número 63 en Qualy. También lo fue al ver como conseguían el sexto doblete en carrera de la temporada -sumando ya 50- y como se adjudicaban la octava victoria de la temporada -la décima consecutiva-.

Para más inri, y para hacer más leña del árbol caído, Hamilton se quedó a escasas centésimas de levantarle la vuelta rápida a Vettel, el cual salía con goma nueva blanda -cuando el británico llevaba un juego de gomas duro con más de 29 vueltas-.

Parece muy difícil darle la vuelta a la tortilla, por no decir imposible. Hamilton ya no se acuerda de Ferrari en las ruedas de prensa -como lo va a hacer si los tiene a 76 puntos en el Mundial-. Dejaron de ser una amenaza hace tiempo y el 44 ha decidido pasárselo bien -ante la falta de rivales reales-. Se muestra relajado, satisfecho, seguro de sí mismo, imparable y campeón. Posiblemente esta actitud procede de visualizar ya en la vitrina su sexta corona.

No es chulería por parte del británico, pero un milagro debería suceder para que la situación se revertiera. Ferrari, liderado por Sebastian Vettel, están cabizbajos y desdibujados del mapa. El único que puede hacerle sombra es Bottas, el cual está realizando la mejor temporada de su carrera -su peor resultado fue el cuarto puesto de Canadá- pero no es suficiente ser perfecto ante la bestia Hamilton -y, sino que se lo digan a Nico Rosberg-.